Un soñador…
No cambiaría un solo de tus segundos, aun sabiendo que en tu partir he quedado herido, que sufro hambriento, sediento de ti, abrazando tu recuerdo ingrávido en el vacío. Recuerdo esa sensación… de estar lleno, completamente lleno, ignorando con fe y esperanza, tocándote, deleitándome, tal vez ingenuo, pero leal al alma. Complaciente entre mis dedos, respirándote, ¡mi alma! Te recuerdo profunda y liviana, siendo una sola con mis manos. Te encontré, me encontraste en un rincón de mí para darme consuelo. Limpiaste de mis ojos el miedo, construiste esperanza con los escombros del suelo, del niño abandonado que soñó que podía creer nuevamente y que siempre podría tenerte. Pero te fuiste… ya no quiero mis ojos. Tu silencio atravesó mi garganta, hervida en mentiras, aquellas que antes fueron verdades. Pero te fuiste… ya no quiero mis manos tu perfume de madera, tu esperanza, todo...